Los valores son realmente la base de nuestra convivencia diaria. Por valores se puede entender en una primera aproximación aquellas cualidades, factores o creencias que se consideran fundamentales y necesarios. Tales valores se convierten en auténticos principios de vida.
Por ejemplo se puede mencionar la familia como un valor central de la sociedad. Una sociedad sana y saludable se fundamenta sobre unidades familiares sanas y saludables. Se puede así afirmar que un valor esencial para el desarrollo de una sociedad sana y sostenible es el valor de la familia, entendiendo por ese valor la importancia de cuidar y nutrir el núcleo familiar.
En este sentido, por ejemplo hoy en día, vemos que el valor de la familia está siendo amenazado por el estilo de vida moderno. El incremento de familias desestructuradas y el aumento de crisis en el seno de las familias (podríamos incluir aquí la violencia doméstica también), nos indican que el valor de la familia no está siendo honrado y cuidado apropiadamente en la sociedad moderna del siglo XXI.
Los valores, cuando son humanos, éticos y positivos, contribuyen a elevar la calidad de vida y el bienestar personal. La dirección por la que discurre nuestra vida viene determinada por qué valores se priorizan. Los valores ayudan en el crecimiento personal y en el desarrollo de las cualidades intrínsecas de los seres humanos, cualidades que influyen en los comportamientos, actitudes y conductas y también van modelando las ideas, los sentimientos y las actuaciones.
En contraposición nos encontramos con el concepto de “contravalor”. El concepto de contravalor se emplea en el ámbito de la ética para denominar a aquellas actitudes o conductas que están en oposición a valores socialmente reconocidos y apreciados.
Por tanto, hablar de valores en la educación tiene que ver con reflexionar sobre cómo los seres humanos interactúan con el mundo que les rodea, con su entorno y cómo desarrollan habilidades para resolver conflictos y para incrementar el diálogo y la cooperación.
Así, la Educación en Valores promueve un desarrollo social sostenible entendiéndolo como un proceso activo que promueve el desarrollo de las capacidades y las oportunidades de las personas.
Cuando el ser humano identifica un valor y éste se integra en su experiencia y su personalidad, eso le proporciona un sentido a su actuar. Los valores también se convierten en los agentes activos detrás de su toma de decisiones. En función de la relevancia de los valores elegimos lo que elegimos.
Por tanto, en la sociedad actual del siglo XXI, donde se puede observar la proliferación de actitudes extremistas, beligerantes e intolerantes, entre otras muchas tendencias conflictivas, la Educación en Valores se entrevé como un instrumento de relevancia vital para las nuevas generaciones que van a liderar el mundo del mañana.